Autor: Sealtiel Enciso Pérez
Nuestra ciudad y puerto de La Paz fue evolucionando de ser un simple punto de embarque y desembarque de mercancías y productos mineros, hasta convertirse en la capital de la media península y albergar más de 5 mil personas a finales del siglo XIX. Con este gran auge se hizo necesario el contar con sistemas de comunicación que llevara las noticias dentro y fuera de nuestra ajetreado y pujante “Puerto de Ilusión”.
A continuación hago una interesante transcripción del libro “Palabras e Imágenes Del Puerto y Ciudad De La Paz 1900-1959” de la escritora Lorella Castorena Davis en donde trata el punto que acabo de describir:
“La vida del puerto y ciudad de La Paz dependió, durante muchos años del puente marítimo que se estableció sobre este mar interno del Golfo de California. Todo parecía estar supeditado a su eficacia y puntualidad, a tal grado que cuando los vapores fallaban o se retrasaban - como ocurría con cierta frecuencia-, el aislamiento y la insularidad se manifestaba prácticamente en toda la sociedad porteña, al interrumpirse no solamente el flujo de mercancías sino la comunicación con el resto del país y la costa Californiana.
Este hecho es aún más evidente si se considera que hasta finales de la primera década del siglo el correo era todavía el medio a través del cual llegaban desde las instrucciones de gobierno hasta las noticias familiares. El correo era imprescindible y el movimiento postal en el puerto llegó a ser tan intenso, que fue necesario que la Dirección General de Correos comisionara al Señor José Carrillo para que instalara oficinas postales ambulantes a bordo de los vapores de la Compañía Naviera del Pacífico, colocándose en el vapor Álamos la primera oficina de esta naturaleza. Para facilitar la tarea de distribución de la correspondencia se colocaron dos buzones en el muelle fiscal: en uno se depositaba la correspondencia que llegaba y en otro, la que salía; incluso fue noticia la gran cantidad de cartas que llegaban de Guaymas y cómo los habitantes de La Paz se reunían en el muelle para recoger la correspondencia y los envíos.
La importancia del correo era todavía mayor porque en esa época aún no existía la comunicación radiotelegráfica en La Paz, ya que las primeras estaciones para recibir este tipo de señales se instalaron en Santa Rosalía, Guaymas, San José del Cabo y Mazatlán entre los años de 1902 y 1907. En los diarios de entonces aparecen constantemente reflexiones en torno a la necesidad de ampliar este servicio a toda la región sur de la península e incluso se menciona que el señor Federico Von Blucher, quien pertenecía al ejército alemán y era especialista en telegrafía sin hilos, había pasado un año en México estudiando las posibilidades de establecer este sistema de comunicación a través del Golfo de California. En estos años se instaló un sistema de poste y alambre en el trecho comprendido entre San José del Cabo y Cerritos, abarcando 360 Km. Estos datos denotan a mi juicio, la dependencia que existía entonces del correo, en la medida en que tardó varios años en ser complementado por otro medio de comunicación más expedito como el telégrafo.
Así, el correo y el telégrafo constituyen, junto con la navegación, los medios que durante mucho tiempo ocuparon espacios privilegiados en la mentalidad de los paceños, sin ellos la vida era simplemente inconcebible:
"El telégrafo estaba en Madero y 16 de Septiembre, donde ahora está la Zapatería Canadá. Desde que yo tengo uso de razón la oficina del telégrafo era un edificio con dos o tres puertas al frente y una cornisa muy sencilla, la puertas eran de madera y un mostrador de aproximadamente dos metros; hacíamos cola para poner un telegrama de felicitación a los maestros, a las madres aunque vivieran enfrente de nuestra casa; pero se usaba mucho el detalle de poner un telegrama o mandar el pésame. Era un edificio con una banqueta tan alta que teníamos que dar la vuelta por la calle 16 de Septiembre para poder subir a esa banqueta y poder llegar al telégrafo, porque si ibas por la calle Madero era imposible subir a la banqueta por su altura, tal vez por protección de los tiempos de lluvia en que corría el arroyo y se inundaba toda esa parte. La gente de La Paz escribía mucho. En todas la papelerías -las pocas que había- o en los comercios existían sobres y papel rosa para las muchachas, azul para los muchachos, esquelas para las gentes que estaban de luto, que acostumbraban usar hojas y sobres blancos con orillas negras, lo que hacía la distinción de su luto y era hasta mal visto, que se le escribiera a una persona que guardaba luto en un sobre blanco o simplemente membretado con los colores oficiales, la gente que estaba de luto escribían en ese papel especial y la gente que respetaban su luto o que se decían tener algo de educación escribían también en esas esquelas. Entonces circulaban muchas cartas, no había carretera para San Bartolo, era una proeza llegar a San José del Cabo; entonces era más fácil y más rápido comunicarse por carta y así teníamos correspondencia con toda la península, escribíamos mucho y por cualquier motivo enviábamos tarjetas alusivas: del día de la madre, de navidad, onomásticos, cumpleaños, total que la gente usaba mucho el telégrafo y el correo; se hacían colas para comprar timbres, para depositar cartas, el correo estaba siempre lleno..." (Testimonio de Belén Griselda Ramírez Wong, La Paz, B.C.S., 19 de octubre de 1993, Archivo de la Palabra de José Guadalupe Ojeda Aguilar).”
Bibliografía:
“Palabras e Imágenes Del Puerto y Ciudad De La Paz 1900-1959” - Lorella Castorena Davis
“Archivo de la Palabra” - José Guadalupe Ojeda Aguilar
Comentarios
Publicar un comentario