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EL PUERTO DE LA PAZ DE LA ANARQUÍA INICIAL A LA TRAZA URBANIZADA.





Autor: Sealtiel Enciso Pérez



Nuestra actual ciudad y puerto de La Paz tuvo un proceso de crecimiento paulatino, en ocasiones acelerado y en otras apenas perceptible, a partir del año de 1823, fecha en que es relevado el soldado Juan José Espinoza de la responsabilidad de ser el único habitante del lugar, y gracias al decreto que emite el gobernador José Manuel Ruiz, se permite que cualquier persona se traslade a afincarse en este destino. En el presente reportaje trataremos de dar cuenta de cómo la inicial anarquía en cuanto a los asentamientos poblacionales fue sustituida por la lotificación organizada y en base a un plano bien definido.

Se puede apreciar, aún en la actualidad que las primeras construcciones de la ciudad se realizaron en los terrenos contiguos al mar, en las zonas más bajas y sin que se pudiera apreciar algún orden o plan preestablecido. Para los visitantes que llegaban a este puerto de primera instancia se podían observar los caseríos establecidos a ambos lados del arroyo central que dividía el lugar, las casas con sus huertos en la parte frontal y un bullicioso entrar y salir de barcos de este sitio. A tan sólo 6 años de haberse permitido el asentamiento popular del lugar, ya se contaba con una población de 400 habitantes y un año después, debido a las desgracias climatológicas que casi acabaron con el puerto de Loreto, se trasladó la capital del Territorio hacia esta puerto paceño, el cual para ese entonces ya se había consolidado con el punto más importante del comercio en toda la península. Incluso en el año de 1830 se instala la aduana marítima para dar fe y de las mercancías que entraba y salía por el puerto así como cobrar los impuestos respectivos.

Como es de suponerse nuestra ciudad fue creciendo apresuradamente, sin un orden. Las primeras manzanas del cuadro fundacional tenían una traza irregular la cual respetaba el orden en el cual llegaron y fincaron los primeros pobladores más que un plan preconcebido de urbanización. Incluso eran terrenos de 400 o 500 metros de longitud, los cuales debían de ser bordeados para llegar a otros puntos de la ciudad. Fue hasta el año de 1834 que el ayuntamiento negó la concesión para comprar y fincar nuevos predios hasta no se contara con un plano rector de la forma en que crecería la ciudad. Se tiene el registro de que en el año de 1836 nuestro puerto contaba con una población de 781 habitantes por lo que hacía urgente el destrabar el asunto de la lotificación legal de los predios ya que la gente seguía llegando al lugar y construyendo viviendas pero sin contar con la anuencia de las instituciones.


Una decena de años después, con la invasión abusiva del ejército yankee sobre nuestra ciudad, muchos de sus habitantes se vieron obligados a emigrar hacia la Alta California creado una desaceleración en el crecimiento de nuestro puerto. Durante este conflicto bélico se elaboró por parte del ejército invasor un plano de la ciudad el cual da cuenta de lo siguiente: “Gracias al plano realizado durante el ataque de los insurgentes en 1847 sabemos que en esa época, el casco de la ciudad se integraba ya por 6 manzanas irregulares bien definidas, y en las que podemos apreciar alrededor de 100 construcciones, entre las que se encuentran la iglesia, un edificio comercial, la casa de Antonio Belloc, El viejo cuartel, y 2 casas del entonces jefe político Francisco Palacios Miranda, además en dicho plano se pueden apreciar también un cementerio, varios caminos entre los que se encuentran los que van rumbo a San Antonio y el Zacatal además de varias parcelas”.


Una vez finalizado el conflicto bélico ya mencionado y el cual tristemente tuvo como desenlace la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio como país, las actividades en la ciudad retornaron a su normalidad y poco a poco se reanudaron las actividades comerciales de cabotaje así como la minería, agricultura, ganadería y comercio en toda la península. En el año de 1857 contaba nuestro puerto con una población de 1057 habitantes. Finalmente, en el año de 1861, el jefe político Teodoro Riveroll, hombre inteligente y decidido, emprende la elaboración de un plano de la ciudad sobre el que se basaría la traza urbana de nuestro puerto y con lo que se pasó a regularizar la gran cantidad de predios ya existentes. El mencionado plano tomó como referencia el perímetro de la manzana sobre la que se construyó la Casa de Gobierno, y a partir de ese punto hacia todos los puntos cardinales se construirían manzanas de 100 metros de lado y con calles de 20 metros de ancho.


El plano así como las indicaciones de Riveroll tuvieron grandes repercusiones ya que se obligó a las personas que habían fincado de forma irregular sus terrenos, fuera del cuadro fundacional de la ciudad, a que movieran sus propiedades para ajustarlas a las medidas aprobada, por lo que se abrieron calles donde antes había casas y viceversa. Dentro de este proceso de urbanización se procedió a poner terrenos a precios sumamente económicos con el fin de que todos los habitantes del lugar, principalmente los más humildes que eran la mayoría, tuvieran acceso a un lugar donde fincar su vivienda y la seguridad legal de que sería de su propiedad.

Nuestra ciudad, a comparación de muchas del interior del país, tuvo una urbanización tardía, sin embargo con ello se dio una estructura característica a nuestro primer cuadro de la ciudad, la cual la hace interesante y original.



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