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1719, EL INGRESO A LA NACIÓN GUAYCURA POR CLEMENTE GUILLÉN





Autor: Sealtiel Enciso Pérez

Con la llegada de los Misioneros Jesuitas al puerto que posteriormente bautizaron como Loreto, se inició la escalada que daría como resultado la Conquista de la California. Este suceso no se dio de manera repentina sino que fue algo que duró los casi 70 años que estuvieron los Ignacianos en la península y que costó esfuerzo e incluso la sangre de dos de ellos.

El propósito de buscar la incursión de las tierras al sur de Loreto era principalmente el buscar un puerto en donde pudiera surtirse de agua fresca y abundante, así como alimentos a los exhaustos navegantes del Galeón de Manila, los cuales regresaban de una gira de más de un año por las tierras del sureste asiático. Como segundo propósito, el cual no era relevante para la Corona Española pero sí para los sacerdotes, era el convertir a la fe católica a los miles de indígenas que seguramente vivían en las tierras Californianas del sur.

Es por lo anterior que 22 años después de haber establecido la Misión de Loreto, Cabeza y Madre de todas las Misiones de la California, le corresponde al sacerdote Clemente Guillén, zacatecano de nacimiento, el emprender un peregrinaje que duró casi 1 mes y medio por las tierras al suroeste de Loreto, viajando desde Ligüí, lugar donde tenía asiento su Misión de San Juan Malibat y Ligüí, hasta los llanos de Santa María Magdalena. El manuscrito original que da cuenta de este hecho se encuentra en le BNM (Biblioteca Nacional de México) y se atribuye su escritura al Sacerdote Guillén.

En el mencionado manuscrito se describe que la expedición iba “bajo el mando del capitán Don Esteban Rodríguez Lorenzo, el primer conquistador de California, con una escuadra de doce soldados españoles del Real Presidio de Nuestra Señora de Loreto y quince indios aliados y dos intérpretes”. Este recorrido dio inicio el 3 de marzo de 1719 saliendo la totalidad del contingente ya señalado, y el día siguiente recogieron al padre Guillén de su misión. Algunos de los sitios que visitaron fueron Udaré, al cual bautizaron como Santa Cruz Udaré, Cunupaqui (Cunopaqui), Cuatiquié, San Juan de Dios, Anyaichiri (actual rancho Andachire), Quiairá, Jesús María, Quepóh (San Miguel Quepóh), Querequaná, Tiguaná, Cutoiqué cerca de Tepentú, Codaraqui, Codey y otros más. Lamentablemente la mayoría de los sitios perdieron su denominación en lengua nativa y sólo conservan los nombres castellanos.



Durante este viaje, cuenta el ignaciano, que fueron advertidos constantemente, del peligro que corrían si ingresaban a las tierras de los guaycuras, ya que eran considerados como guerreros y violentos. Algunos de los grupos que habitaban las rancherías que visitaron se mostraron afectuosos e incluso les obsequiaban plumas, pieles de venado y los invitaban a cantar himnos junto con ellos. Sin embargo Esteban Lorenzo y su tropa no dejaban de echarles un ojo encima y estaban atentos a los cambios repentinos de ruta o cuando se encontraban con otros grupos de indígenas que los superaban en número, lo cual fue frecuente, pero sin llegar a haber una confrontación o siquiera muestras de hostilidad.

Algo que retrasó en grado sumo a la expedición es que llevaban consigo una pequeña carreta cargada con municiones y a pesar de estar jalada por animales, dado lo complicado del terreno les hacía muy lenta la marcha. Hubo un momento d la expedición, el 21 de marzo en que observaron algo que les puso alerta y les trajo de nuevo a la mente lo peligrosa de su misión, así lo describe Clemente Guillén: “Avanzaron cinco leguas a Santa Ana del Espanto, pasando por rancherías. En una de ellas vieron manchas de sangre, arcos rotos y huellas de un cuerpo humano que había sido arrastrado, huellas de la guerra practicada a cabo por rancherías vecinas. Durante la noche, en la vigilancia de Ignacio de Acevedo, éste afirmó haber visto a un fantasma en un árbol”.


Finalmente el 27 de marzo llegaron a Santa María de Magdalena, en este sitio hicieron lo siguiente: “Había un buen pozo ahí y los exploradores llevaron a sus animales a beber. Extrajeron el agua con los recipientes indios hechos de raíces y juncos. Los indios dieron a Francisco de Rojas una concha de madre perla, diciendo que provenía del Golfo”. Tras discernir sobre la ruta que habían seguido y lo que habían encontrado se dieron cuenta que el viaje había sido un fracaso en cuanto a tratar de hallar un sitio para el establecimiento de una Misión que surtiera de agua y víveres al galeón de Manila, pero un éxito en lo tocante a hacer contacto con rancherías de Guaycuras del sur de Loreto y poder así iniciar la incursión a la parte austral de la península. Al día siguiente emprendieron el regreso y fue el 14 de abril que llegaron sanos y salvos al puerto y presidio de Loreto.

Pocos años después se puso en marcha el plan para la conquista del sur de la California y dentro de este proyecto estaba la creación de lo que fuera el primer barco construido en estas tierras, con madera extraída de la sierra de Guadalupe, el cual llevó por nombre “El Triunfo de la Santa Cruz”, pero eso será parte de otra historia.


Bibliografía:

Una expedición a la nación guaycura en las Californias - James Arraj

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