Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En el México post revolucionario ocurrieron diversos sucesos en el centro del país, algunos tristes y desafortunados, pero otros, marcaron el derrotero que todavía se sigue en muchos ámbitos de la vida nacional. En el caso de nuestra Sudcalifornia la efervescencia política de los Sinarquistas dejó una profunda huella en la parte central del territorio, la cual aún perdura y dio lugar a uno de los sitios que fue punta de lanza del poblamiento de estas tierras del Valle de Santo Domingo, el poblado de María Auxiliadora.
Pero cómo fue que el personaje motor y creador de la migración de cientos de personas que dieron origen a tal poblado, el Sr. Salvador Abascal Infante, llegó a nuestras tierras y definió como centro neurálgico de la “ciudad de Dios” a un pedazo de tierra ubicado en medio de la nada. Para poder explicarlo habrá que remontarnos al año de 1941, año en el cual la cúpula visible e invisible, de la Unión Nacional Sinarquista (UNS) le entregó la dirigencia nacional del movimiento al Lic. Abascal. Como parte de su gestión al frente de esta Unión, se dedicó a realizar extensas giras en casi toda la República Mexicana.
Abascal Infante realiza una gira por toda la península de Baja California, iniciando por Mexicali y visitando una gran cantidad de pueblos emergentes y pequeñas ciudades hasta la parte austral de estas tierras. Al llegar a un sitio conocido como “plan de caballos”, el cual era una ranchería de unos cuantos pobladores que vivían de forma aislada cultivando algunas hortalizas y cuidando unas pocas reses, se dio cuenta de la gran riqueza del suelo en cuanto a la posibilidad de, al ser cultivado, producir muchas cosechas. En este viaje, Abascal escribió: “Vamos a poner todo nuestro empeño en colonizar el Distrito Sur de la Baja California. Lo haremos, Dios mediante, con mucha lentitud, pero sin retroceder ante ningún obstáculo. Vamos a llevar voluntarios sinarquistas. El primer paso es instruir a todos los nuestros acerca de lo que es Baja California. Para eso escribo estas notas que tomé durante mi reciente viaje a la península…”.
Salvador Abascal era un joven michoacano de apenas 31 años de edad, de una personalidad carismática y de un carácter fuerte y empecinado. Fue educado en un hogar en donde los valores y doctrina de la religión católica se les impuso a “machamartillo” como él decía, su ingreso al movimiento Sinarquista lo hizo por convicción total ya que esta Unión promovía el desarrollo nacional bajo la regencia de la Iglesia Católica como representante e interlocutora directa de Dios. En varias de sus participaciones en movimientos para luchar por los derechos de los sinarquistas puso en peligro su vida por sus arranques impetuosos en los que “dar la vida por la iglesia era ganarla para la vida eterna”. Soñaba con un México católico en donde la gente cumpliera con los mandamientos de la iglesia y la defendiera contra los embates de los países con fe protestante que ansiaban destruirla y alejarla “de los ojos de Dios”. Por su actitud intransigente y su carácter carismático la prensa y sus enemigos políticos le apodaron “el Hitler en huaraches”.
Regresando a la visita que Salvador Abascal realizó a nuestro estado, en sus documentos se puede percibir que algo que motivaba a la creación de una “colonia” o “pueblo” sinarquista en el territorio Sur de la Baja California era su deseo de poner un alto a la “ambición judía” del gobierno de EUA al intentar apoderarse de esta parte del territorio nacional. Estaba bien enterado que desde los Tratados de Guadalupe Hidalgo en el año de 1848, los yankees habían intentado por todos los medios apoderarse de este girón de la Patria Mexicana e incluso durante muchos años realizaron ofertas monetarias para adquirir la península pero fueron rechazadas sistemáticamente. La preocupación de ese momento se derivó de la posibilidad de que México ingresara al conflicto armado que estaba envolviendo a los países de todo el mundo y que se denominó “Segunda Guerra Mundial”, y de que el gobierno estadounidense diera el “albazo” y se apoderara de nuestra península al tener una escasa población (la parte norte de la península apenas tenía 100 mil habitantes y la sur escasos 51 mil pobladores).
Otro factor que inquietó a Abascal y lo apresuró a decidir el establecimiento de un enclave “evangelizador” en esta parte de México fue que en nuestro territorio Sur sólo había 3 sacerdotes para atender a toda la feligresía católica por lo que era urgente el propagar la fe en estas tierras y evitar que las almas fueran perdidas por “el Dios” de su religión. La evaluación que realizó en la parte de lo que se llamaba el Valle de Santo Domingo fue muy positiva: tierra sumamente fértil para soportar cosechas abundantes por varios años, un clima muy agradable y posibilidades amplias de establecer rutas de comunicación con los principales poblados de este territorio.
Elizabeth Acosta Medía en su libro “Paisajes y personajes de María Auxiliadora” nos dice lo siguiente: “Sus objetivos [de Salvador Abascal] fueron muy claros: fundar uno o varios pueblos netamente cristianos, que vivieran conforme al ideal católico y consecuentemente sirvieran como modelo social y político. Abascal pretendía empezar una obra de colonización que “a mi juicio era urgentísima para salvar no solo a la península californiana, sino a Sonora, a Sinaloa y Nayarit, por lo tanto, a la patria…”. Así mismo al traer a un grupo de numerosos mexicanos con un sentido de nacionalismo bien macado a poblar estos territorios, ponía freno a las ambiciones de los Estados Unidos de América de apoderarse de estas tierras mexicanas.
Y fue así como se gestó una de las odiseas más importantes del siglo XX en México, en donde cientos de familias abandonaron sus propiedades y formas de vida en el interior del país, para aventurarse tras las promesas de su líder; y fundar, en medio de la nada, una Colonia que aún sobrevive hasta nuestros días. Cómo fue que esto se logró… eso será motivo de un nuevo y próximo reportaje.
Bibliografía:
Paisaje y personajes en María Auxiliadora: un proyecto colonizador en el Territorio Sur de la Baja California (1940-1944) - Elizabeth Acosta Mendía
Mis recuerdos: sinarquismo y colonia María Auxiliadora 1935-1949 - Salvador Abascal Infante
Comentarios
Publicar un comentario