Autor: Sealtiel Enciso Pérez
El avance colonizador de los jesuitas en la California fue de norte a sur. Inició con el establecimiento de la Misión y real Presidio de Loreto y paulatinamente fue avanzando por el territorio Cochimí hasta llegar a los linderos del territorio de los Guaycuras. Durante el viaje que realizó por tierra el sacerdote Clemente Guillén para llegar al puerto de La Paz (antes Santa Cruz) encontró la ranchería de Apaté y decidió establecer una Misión que fuera punto de colonización de la Nación Guaycura.
A continuación transcribo cómo fue que se llevó a cabo este establecimiento colonial así como las dificultades que lo llevaron a ser abandonado. El autor de este escrito es el filósofo estadounidense James Arraj en su libro “Una expedición a la nación guaycura en las Californias”:
“Las misiones de Nuestra Señora de Los Dolores y San Luis Gonzaga siguen dominando nuestro conocimiento histórico de los guaycuras, ya que ha sido a partir de los escritos de los misioneros de donde se ha obtenido la mayor parte de lo que sabemos acerca de ellas. Es interesante considerar que la era de las misiones en la nación guaycura duró apenas 47 años, en contraste con la era de las rancherías que ha durado más de 200 años y la era prehistórica del área que se remonta a miles de años atrás. La historia de las misiones jesuitas se centra principalmente en tres misioneros: Clemente Guillén, de quien ya hemos hablado, Lamberto Hostell y Jacobo Baegert.
Al regreso de su expedición a La Paz, Guillén deliberó con su superior Francisco María Píccolo. Píccolo quería que Guillén asumiera el control de la misión de Loreto cuando él muriera, y él en ese momento sólo deseaba establecer una nueva misión entre Ligüí y La Paz.
En 1702 Píccolo había escrito una entusiasta descripción de California en la que apenas coinciden los hechos importantes. Como Harry Crosby lo expresa, éste describió la península de California “en términos que harían que se ruborizara un moderno estafador de propiedades inmobiliarias”, y cuando vino a esta nueva misión su entusiasmo no disminuyó.
El 17 de julio de 1721 escribió: (…) una hermosa y espaciosa zona ha sido hallada, (y es) considerada adecuada para una misión, a causa de un gran número de nativos que viven en los alrededores y las tierras son regadas por nueve manantiales que producen un gran volumen de agua. Y como el padre Clemente también visitó el lugar, lo autoricé a plantar algo de maíz (ya que era fácil obtener el agua para el riego) y preparar el área para establecer la misión de Los Dolores. Así, el misionero que fuera allí encontrará un buen comienzo y con los nativos pacíficos. Espero que usted pueda enviarme al padre Cristóbal Laris para encargarse de fundar esta nueva misión de Dolores (...); es muy imperativo poblar el área entre esta misión y la de Pilar de La Paz, a una distancia, como todas se mantiene, de más de 100 leguas. Recientemente, un contingente de 8 soldados, que llevó a algunos potros y caballos al padre Jaime en La Paz, tomó 29 días para alcanzarlo y 18 para volver, viajando todo el tiempo a través de las tierras de indios no conversos.
El viaje a La Paz en realidad tomó 26 días de ida y 14 de regreso y como Bravo escribió, hubo tres soldados y cuatro criados. No obstante, es Guillén quien realmente fundaría la misión de Los Dolores en el sitio de Apaté, en agosto de 1721, “con el fin”, dice más adelante, “de reducir a la obediencia de la Santa Iglesia y de Su Majestad la numerosa y bárbara Nación Waicura”. La misión es apoyada por una donación de diez mil pesos por el marqués José Villapuente y con él pudo haber traído algunos de sus conversos de Ligüí.
El resumen de los objetivos de la misión de Guillén simboliza el programa general de las misiones jesuitas y sus desventajas. Los indios son eventualmente animados a marcharse de sus rancherías dispersas a la misión, y sus estaciones o pueblos, donde aprenderán no solamente a ser cristianos, sino a estar sujetos a la Corona Española. Pero la misión, a veces mal situada como lo fue Ligüí, es entonces abandonada por el insuperable problema de tratar de alimentar y vestir a los indios, una tarea que a menudo no podía ser llevada a cabo con sus propios recursos por falta de terrenos adecuados, suficiente agua o trabajadores entrenados. Esto los dejaba con la necesidad de continuar con las subvenciones en forma de suministros desde el continente que tenían que ser enviados a California. Los indios, por lo tanto, al reunirlos comenzaron a perder rápidamente su propia cultura y, a veces, incluso su idioma; se volvieron blancos principales de las enfermedades infecciosas europeas.
A pesar de los exagerados elogios del padre Píccolo, el sitio de la misión en Apaté nunca fue óptimo, pero los manantiales y las tierras de labranza que podían ser cultivadas, junto con su cercanía al mar que facilitaba la comunicación con Loreto, indujo a Guillén a poner la primera misión en ese lugar. La mayoría de los indios, sin embargo —como pronto descubriría— estaban arriba, en la Sierra del Tesoro, en Chiyá y más allá”.
Bibliografía:
Una expedición a la nación guaycura en las Californias - James Arraj
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