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EL DESTIERRO DE LOS JESUITAS DE LA CALIFORNIA.


 


Autor: Sealtiel Enciso Pérez

 

La California como espacio bajo el dominio real de la Corona Española, tuvo su inicio con el establecimiento del primer asentamiento permanente lo cual ocurrió oficialmente el 25 de octubre de 1697 con la fundación del Real Presidio de Loreto de la mano del jesuita Juan María de Salvatierra. Toda una odisea representó el hecho de que esta expedición pudiera darse y más aún el que se sostuviera por espacio de 70 años, con miles de carencias y limitaciones, y aún así lograron fundar 17 enclaves misionales que permitieron la evangelización de los naturales y el inicio de la explotación de los recursos naturales de estas tierras.

 

Independientemente de los críticos o detractores que claman por el desconocimiento de los efectos benéficos de la estancia de los jesuitas y demás colonos en estas tierras, como fenómeno histórico, la etapa colonial de la California, la cual se desarrolló de la mano de la orden religiosa de los Jesuitas, fue un proceso más o menos tranquilo, que si bien no estuvo exento de constantes levantamiento de los naturales para intentar sacudirse la aculturación que pretendían implantar los colonos recién llegados, se dio de una manera más o menos tersa, sin que hubiera las temibles matanzas y abusos que sí se realizaron en la parte del centro y sureste de la Nueva España. No pretendo de ninguna manera promover una apología de la etapa misional, pero sí por lo menos recalcar la importancia de hacer una ponderación neutral de los efectos que se tuvo para la integración de nuestra península al concierto de las naciones que entraron bajo el dominio europeo.


 

La etapa misional de los jesuitas tuvo aparejada la introducción de especies animales y vegetales desconocidas en esta parte del mundo y que vinieron a complementar la dieta muy pobre que tenían los naturales de California. Aunado a lo anterior se procuró enseñar a los naturales actividades como la talabartería, curtido de pieles, elaboración de conservas, de carne seca, la elaboración de vino, la agricultura y ganadería así como cestería y tejido de prendas como cobijas o calcetas. Todas estas actividades fueron bien recibidas y aprendidas, de tal manera que en la actualidad a más de 300 años de distancia, en muchas partes del estado los descendientes de estos naturales y colonos europeos aún siguen realizando estas prácticas, incluso muchas a la antigua usanza, tal como se enseñaron en las Misiones del siglo XVIII y XIX. Como efectos nocivos la implementación del régimen de las reducciones Misionales trajo consigo la aculturación de los naturales así como la muerte de decenas de miles de ellos ocasionadas por el contagio de enfermedades como la sífilis (mal gálico), fiebre, peste, varicela, etc.

 

El final de este periodo, fue una consecuencia de las evoluciones que se daban en la configuración política y social de Europa, y aunque este continente dista miles de kilómetros de la California, el largo brazo de su maléfica influencia no tardó mucho en hacerse sentir. Corría el año de 1767 y en España se encontraba reinando Carlos III, el cual era descendiente de la Casa Borbona. En esos momentos cobraba mucha fuerza una doctrina política denominada “regalismo” que defiende el derecho del Estado nacional a intervenir, recibir y organizar las rentas de sus iglesias nacionales. La expulsión de una orden obediente al Papa como la jesuita era económicamente apetecible, porque reforzaba el poder del monarca y porque, tras la expulsión de una orden religiosa, venía luego la correspondiente desamortización de sus bienes, que el Estado podía administrar como creyera oportuno. La Corona Española tenía las arcas reales prácticamente en banca rota debido a los excesos del sostenimiento de las extravagancias de sus soberanos y por las constantes guerras que realizaba con otros imperios europeos.

 

Fue así como el Rey Carlos III encontró una solución rápida para hacerse de recursos económicos que necesitaba con urgencia, adueñándose de las posesiones que con miles de trabajos habían podido hacer prosperar la orden de los jesuitas. En ese año (1767), se comisiona al visitador de la Corona José de Gálvez para que implemente las REFORMAS BORBÓNICAS en la Nueva España y con ello recobre el control político y administrativo de esta Colonia. Aparejado con lo anterior se expide la Orden de Expulsión de los Jesuitas de todos los dominios de la Corona Española, la cual se ejecuta de forma inmediata en el centro y sureste de la Nueva España, sin embargo debido a lo alejado que se hallaban las Misiones de la California, no fue sino hasta finales de ese año, el 30 de noviembre, que llega a nuestras tierras el recién nombrado gobernador, Gaspar de Portolá, para que lleven a cabo estas órdenes.


 


El Gobernador de Portolá desembarcó en el puerto de San Bernabé junto con una buena cantidad de soldados ya que se tenía la falsa idea de que los jesuitas se negarían a dejar sus misiones e incluso que organizaría una revuelta para impedir ser hechos prisioneros. De forma secreta Portolá se dirige a Loreto en donde al llegar de inmediato comunico al Sacerdote encargado de los Jesuitas en las Californias las órdenes para su expulsión. Sin hacer mayores cuestionamientos, se convoca a todos los sacerdotes que estaban en las 14 Misiones diseminadas por la California para que se concentren en el Real Presidio de Loreto. Se fijó el día 3 de febrero de 1768 para el embarque. Por la mañana celebró misa el padre Retz y comulgó toda la población. Por la tarde, el padre Hostel, que llevaba 33 años de misionero, hizo una ceremonia de despedida a la Virgen de los Dolores, para que amparase a los hijos que dejaban y a los pobres misioneros que se iban; se escogió la noche para el embarque en el navío “La concepción”, y a pesar de eso, todo Loreto estaba en la playa. Al ver tales demostraciones, el mismo gobernador Portolá no pudo contener las lágrimas. Abordaron las lanchas el 4 de febrero y al salir el sol levantaron anclas.

 

Sin embargo, las tierras Californianas no estuvieron desamparadas por mucho tiempo del dominio de otra orden religiosa. El 14 de marzo de 1768 salieron de San Blas (del actual estado de Nayarit), con destino a Loreto, Antigua California, los 15 franciscanos presididos por el mallorquino Junípero Serra que se harían cargo de las misiones ex jesuíticas californianas. Con este episodio se dio cierre a la etapa de las Misiones comandadas por los Jesuitas.

 

Bibliografía:

 

Los jesuitas en Baja California - Divulgación Dhiré

El Periodo Misional - Fuente: Archivo Histórico de Baja California. Publicación: Subsecretaría de Innovación y Modernización de la SPF

Ignacio del Río, El régimen jesuítico de la Antigua California, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003.

Las Reformas Borbónicas - UNAM

Efemérides sudcalifornias - Escrito por Eligio Moisés Coronado

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