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ANIVERSARIO DE FUNDACIÓN DEL POBLADO DE SAN FRANCISCO JAVIER, B.C.S.


Pie de foto: Instituto Sudcaliforniano de Cultura


ELABORADO POR SEALTIEL ENCISO PÉREZ

La hermosa comunidad de San Javier, como se le conoce coloquialmente por todos los sudcalifornianos desde siempre, lleva el nombre de San francisco Javier Vigge Biaundó en honor al nombre que le impusieron los sacerdotes jesuitas cuando fundaron la primer misión en este bello sitio. En ocasiones el nombre de “JAVIER” se escribe como “XAVIER”, tal situación gramatical se debe a que en el español antiguo así es como se estilaba escribir este fonema, sin embargo en la actualidad el nombre se ha quedado con la escritura “JAVIER”. El lugar se localiza en el Municipio Loreto, y se encuentra en las coordenadas: Longitud (dec): -111.543611 y Latitud (dec): 25.861389, a una mediana altura de 200 metros sobre el nivel del mar.

Este sitio fue habitado cientos de años antes de la llegada de los europeos a nuestras tierras por grupos indígenas pertenecientes a la etnia “Cochimí”. En este lugar abundaba el agua y lo por mismo crecían de forma abundante diferentes tipos de plantas y árboles de cuyos frutos se alimentaban nuestros ancestros. A este sitio ellos lo conocían como “VIGGE BIAUNDÓ” que en lengua cochimí significa “TIERRA ALTA EN LOS ALTOS DE LAS CAÑADAS”, y es que efectivamente todo el enclave de San Javier se encuentra siguiendo el culebreo del cauce de viejos arroyos a través de los montes de la sierra de San Javier.

Fue en el año de 1699, dos años después de haberse fundado la cabeza y madre de las Misiones de la Antigua California en el poblado llamado “Loreto”, en que una pequeña avanzada formada por soldados y algunos indígenas cochimíes conversos que fungieron como guías, partieron hacia un lugar en donde se sabía que habitaban varias rancherías de cochimíes y donde el lugar era fértil para sembrar y proveerse de agua potable, requisitos indispensables no sólo para la fundación de una probable Misión, sino también para afianzar la extensión de la Colonización Española sobre este suelo. Este pequeño grupo de hombres estaba encabezado por el S.J. Francisco María Píccolo. Al llegar al sitio, lo cual ocurrió en el mes de marzo, al cual se le conocía como “Vigge Biaundó” se dieron cuenta de las rancherías existentes así como la gran cantidad de indígenas cochimíes que la formaban. Fueron recibidos en paz por parte de los pobladores ya que eran habitantes pacíficos y dóciles. En este lugar se permaneció por 4 días, y se decidió el regreso a Loreto con el fin de dar aviso de este gran descubrimiento así como para traer herramientas y provisiones para construir el edificio que albergara la iglesia y Misión de este sitio.


Pie de foto: Radar Político

Fue el día 1º. De Noviembre de 1699 en que quedó terminada la rústica y frágil construcción de lo que se convertiría la actual Misión de San Francisco Xavier, y ese mismo día fue consagrada y bendecida para iniciar su funcionamiento regular por parte del S.J. Juan María de Salvatierra, con este solemne acto quedaba grabado para la historia de la Antigua California, que la Misión de San Francisco Xavier fue la 2ª. Misión fundada en estas tierras.
La razón por la que se decidió ponerle el nombre de este Santo a la Misión de este lugar, fue un homenaje que Salvatierra deseaba hacer a uno de los 10 cofundadores de la Compañía de Jesús o Jesuitas, a la cual pertenecieron todos los sacerdotes que por espacio de casi 70 años se enviaron a la Antigua California. Francisco Jasso Azpilicueta Atondo y Aznarez, señor de Javier, fue el nombre de pila del que otrora se conocería como “San Francisco Javier”. Era natural de España, del reino de Navarra. En el año de 1540 acompañó a Ignacio de Loyola y otros 8 religiosos que se les había unido, a la ciudad de Roma en donde tras una larga espera y fundamentar de muchas maneras el surgimiento de la “Sociedad de Jesús”, el Papa Paulo III les concede, el 27 de septiembre de 1540, la bula de confirmación, Regimini militantis ecclesiae (Por el gobierno de la iglesia militante) por la que queda aprobada y regularizada la sociedad. El año siguiente Francisco Jasso Azpilicueta inicia un viaje por áfrica, la india, hasta llegar a su destino final: diversas naciones de Asia, entre ellas China y Japón. Estaba convencido de que su misión en esta vida era la conversión de las almas paganas que vivían en estas tierras. Durante 11 años se enfrentó a muchas privaciones y vicisitudes en las que arriesgó su vida para llevar a cabo su obra misional y evangelizadora, sin embargo en el año de 1552, a la edad de 47 años, y estando ya muy enfermo, muere en la Isla de Shangchuan, en China.
En el año de 1622 fue convertido en santo, al igual que su gran amigo y guía espiritual San Ignacio de Loyola. En el santoral católico su fiesta se celebra el 3 de diciembre de cada año. A este Santo se le ofrecen las oraciones a favor de las Misiones en tierras paganas.


Pie de foto: TripAdvisor

Continuando con el relato histórico de la conformación de este enclave misional, fue en el año de 1701 cuando llega el S.J. hondureño Juan de Ugarte a hacerse cargo de esta misión. Pronto el Padre Ugarte da a conocer sus excelentes habilidades no solamente para el cultivo, en donde enseñó a los indígenas la siembra de frijol, trigo, maíz, caña de azúcar, uvas, olivos; sino en la construcción y albañilería, fabricó canales y piletas de piedra para conservar el agua que descendía de los manantiales de los cerros cercanos. El Padre Juan de Ugarte permaneció por espacio de 29 años en este sitio, trabajando incansablemente en la conversión de los indios de las rancherías cercanas y siendo el director de la construcción del primer barco fabricado en la Antigua California y al cual puso por nombre “El triunfo de la Santa Cruz”. Ya viejo y enfermo fallece en esta misión.

Unos meses después llega a este lugar el remplazo del Padre Ugarte, el S.J. Miguel del Barco, el cual traía como uno de sus propósitos el erigir un templo Misional digno de estas tierras. Durante 14 años estuvo diseñando planos y acopiando materiales como objetos de culto litúrgico así como esculturas y óleos para adornar el templo cuando estuviera erigido. Los retablos que adornan aún este bello templo fueron realizados especialmente en el colegio jesuita de Tepotzotlán (estado de México).
En el año de 1744 da inicio la construcción de esta Gran Misión y durante los 15 años siguientes se fueron configurando sus muros, fachada, oficinas parroquiales, campanario, en fin todos los aspectos que hacen a este hermoso sitio como una de las joyas más preciosas de las Misiones de Sudcalifornia. En el año de 1759 se finaliza la Misión, tal como hoy la conocemos.
Actualmente San Javier es un poblado pintoresco, tranquilo y con gente muy amable y servicial. Un sitio que vale la pena visitar para deleitarse con la hermosa Misión que aún subsiste en el lugar y degustar los platillos que se elaboran en este bello sitio.



Bibliografía consultada:

El Otro México de Fernando Jordán
Noticias de la Península Americana de California. Juan Jacobo Baegert
Pasado y Presente de la Antigua California. Leonardo Reyes Silva

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